viernes, 11 de noviembre de 2011

9 meses... y en la mitad del mundo

Una vez más sentir la impotencia de que unos se lleven lo que no les pertenece. Pasamos un momento horrible pero pudo ser mucho peor. Se llevaron cosas materiales pero eso vuelve con tiempo. Hoy después de muchas semanas que se conviertieron en meses nos volvemos a sentar para escribir y vemos que forjamos desde la última entrada al blog una linda amistad, fue con ellos Marina y Pablo, que pasamos los mejores momentos, que nos divertimos enormemente, que disfrutamos grandes sorpresas (hasta el mal momento del robo). Hoy vemos atrás y recordamos muchas ciudades que recorrimos en este gran pequeño país y ya acercándonos a la frontera colombiana, en lo que llaman “la mitad del mundo” y la capital del país, Quito.
Pasamos por la temible Guayaquil, temible por lo que cuentan de ella y por las miles de advertencias que nos hicieron antes de ir. Junto a Mary y Pablo conocimos sus indudables encantos esquivando esos peligros con la compañía de Evy y Tony, dos personas muy agradables que nos alojaron por medio de una pagina llamada “couchsurfing” muy recomendable para quienes anden en esta hermosa “profesión” de ser viajeros.
Ellos nos llevaron a recorrer el famoso Malecón de Guayaquil (bello, explota en verde y está muy bien cuidado, cada detalle), el barrio Las Peñas, y los 444 escalones que conducen al faro pasando por locales que se superponen en cada escalón, llenando de colores y música el camino con sus barcitos para bailar en las noches Guayaquileñas. Conocimos también el parque de las iguanas frente a la catedral, compartimos una “parrillada” con varios ecuatorianos y una mezcla de varias nacionalidades más. Eso sí, cualquier Argentino hubiese sentido lo que sentimos nosotros 4 al ver acompañado de la palabra parrillada una parrillita mínima cargando tristes chorizos y salchichas. Todos fueron muy amables y se sorprendieron al ver que viajamos en Kombi.
La próxima estación era Montañitas pero por recomendación de Gustavo en Cuenca sabíamos que íbamos a parar una noche en Ballenita para conocer el museo marino que tiene su primo, el Capitán Dillon en su Hotel El Farallón Dillon. Llegamos, preguntamos por el Capitán, llegó el Capitán. No sabíamos ni su nombre. Veníamos sin expectativas de nada más que visitar el museo pero enseguida nos ofreció una habitación para los cuatro en un hermoso lugar. Pasamos una noche jugando a las cartas, riéndonos por motivos varios y amanecimos para despedirnos y agradecer por lo brindado. Sin embargo, una vez más el Capitán nos sorprendió invitándonos una "sopita" de almuerzo que terminó siendo un gran almuerzo con postre y todo que compartimos con el Capitán y la Capitana. Les contamos experiencias de nuestro viaje por latinoamérica y ellos de su vida y de los 30 años que fue marinero.


Seguimos camino al famoso Montañitas. Un lugar que sin dudas es para conocer con amigos y de fiesta. Intentamos hacer buenas ventas de artesanías como nos habían dicho todos pero nada fue lo que esperamos. Llegamos en una fecha donde no asoma el sol, donde hay poca gente, donde son más los artesanos que los compradores. Igual vendimos, y pintamos en una panadería colombiana que nos lleno de facturas. Conocimos a Gisela y Mariana quienes nos malcriaron con fernet, ñoquis, redonditos de ricota y baños de agua caliente. Disfrutamos el tiempo que estuvimos pero decidimos seguir camino, dejando la puerta abierta a un posible reencuentro colombiano.
Llegamos en pocos km a Puerto López, donde nos encontraríamos con Alejandro, una chico que es amigo de una amiga de una amiga de… Puerto López estaba también sin sol y con poca vida. Nuestra vida sucedió en las visitas reiteradas a Ale y Olaf, su amigo, quienes trabajaban en una hermosa hostería llamada Mandala. Ahí los conocimos mejor, compartimos juegos, pelis, riquísimas comidas, nos llevaron en su tricimoto a recorrer el pueblo mientras hacíamos mandado; enterramos una tortuga que apareció muerta en la playa para que forme parte del museo al aire libre que están armando y ya cuenta con los esqueletos de una ballena y un delfincito. Una semana después decidimos seguir viaje.

Siguiente parada: Canoa. Nos gustó desde que llegamos, pudimos dormir en La Mas Linda en la calle con puertas al mar. Vendimos artesanías y surgió otro trabajo pintando un barcito. El dueño quería algo bien colorido y que llame la atención de los extranjeros. Le pintamos un “yellow submarine” y los carteles que quería, pero ni él ni los habitantes de Canoas con quienes hablamos conocían el submarino amarillo ni que cosa son esos Beatles? Nos reencontramos con Pablo y Marina a quienes habíamos despedido en Montañitas, pasamos unos días muy divertidos haciendo playa, vendiendo artesanías y unas tortafritas que nos salieron re gomosas. Pasamos una tarde en Bahía junto a Salvador, un español que conocimos allí y con quien pegamos muy buena onda, y los 5 disfrutamos de unos riquísimos panqueques dulces y salados.



Camino al Norte llegamos a ATACAMES, pasando antes por SUA. Dos lugares hermosos separados apenas por un morro, donde ya el mar se mostraba más celeste y más transparente. Sua es un pequeño pueblo y Atacames una no tan grande ciudad. Nos quedamos en la segunda en busca de un lugar donde pintar nuestro mural en este país, y encontramos la pared perfecta, sobre la arena y frente al mar, ideal para mezclar trabajo con diversión.
Las primeras noches el cuidador de una casa nos dejo dormir allí, luego nos recibió Andrés en su casa y allí nos quedamos varios días, incluso con la llegada de toooooda su familia para pasar el feriado largo. Andrés trabaja en el municipio y fue uno de los que nos apoyó para que pintemos el mural
Terminamos de pintar el mural y el dueño del hotel al que pertenece la pared nos ofreció alojarnos un par de noche allí, para que disfrutemos de sus comodidades, comodidades que hoy en día valoramos como nunca, agua caliente para ducharse fue sinónimo de 3 duchas en un día y un placer infinito!


El momento del robo llegó cuando disfrutábamos de una caminata rumbo al pueblo vecino de SUA. Los cuatro, tranquilos, en un lugar hermoso. Aparecieron 2 pibes y eso es lo más triste, dos personas que sin lugar a dudas podrían haber ganado dinero trabajando como lo habíamos hecho nosotros los días anteriores pero decidieron el camino más fácil: robarlo. Esperaban tras unas rocas y tenían unas botellas cortadas que usaron para poner en el cuello de Mari. Ante eso es muy difícil poder hacer algo. Es feo el momento, es decepcionante ver que gente joven haga eso, es horrible ver como se iban nuestros ahorros de esos días de trabajo y fue feo también, una vez más, ver como los que están “para cuidarnos” no hicieron NADA… El papel de la policía ni cabe relatarlo, no hicieron mucho como para contarlo. El trago amargo ya lo pasamos, estamos sanitos, felices y juntos, que es lo que importa. 
Salir a la ruta sin dudas da muchas sorpresas y muchísimos conocimientos. Llegamos a la mitad del mundo y aun recordamos como si fuera hoy el día que nos fuimos de Cuenca, el abrazo fuerte con Gustavo, los ojos vidriosos de esa despedida. Seguimos compartiendo más momentos con Mari y Pablo, con la certeza de que nos esperan muchas más sorpresas y alegrías.