martes, 21 de febrero de 2012

Un cruce y muchas historias.


Pasó lo que todos hubiésemos pensado que no pasaría. Nos agrupamos con otros nueve argentinos viajeros, sin conocernos, con ser argentos y tener el mismo objetivo bastaba. Cumplimos nuestro objetivo y conseguimos un velero!!!! Le ofrecimos a un capitán canadiense una suma total que aceptó encantado, a pesar de ser bastaaaante menor que lo que pedían los demás y pudimos evitar la travesía de muchos buses y barcos por Turbo, que según nos contaron unos amigos, es realmente dura y peligrosa.
Antes de eso, en “equipo”, nos fuimos de paseo nocturno. Desde lejos y con mucha intriga habíamos visto el Castillo de San Felipe pero ni pensamos en visitarlo ya que la entrada al turista le cuesta 17000 colombianos (aprox. 8 dólares), demasiado para nuestra economía. En esos días nos comentaron que era posible visitarlo de noche ofreciéndoles unos pesitos a los guardias.
Así fue que nos dimos el gusto de visitar tan imponente construcción que caracteriza a la bella Cartagena de Indias. Y, si bien no sabemos cómo será la experiencia de día pero la visita nocturna es sin dudas recomendable!
El martes al fin llegó el gran día, o la noche mejor dicho, porque zarpamos a eso de las 19 hs, cuando ya es oscuro en Colombia. Todos estábamos ansiosos. Una ansiedad mezclada con felicidad por finalmente lograr seguir viaje, una ansiedad mezclada con nervios por no saber de qué se trataba eso de navegar a mar abierto. 


No cabe dudas: empezamos mal. Esa primera noche fue sin dudas muy distinta a lo que pudimos haber imaginado; el mar nos recibió con olas y movimientos indescriptibles. Navegar por primera vez de noche y con el mar en esas condiciones eran un pronóstico acertado de inevitables descomposturas, ecuación perfecta: viajamos 10 argentinos y el capitán, y de los 10 argentinos sólo 3 resultaron invictos, todos los demás medicados contra vómitos y mareo; ninguno de los medicados pudo evitar descomponerse en algún momento del “paseo”, 3 de las viajeras (yo incluída) pasamos al menos un día y medio en posición horizontal, sin poder comer, con vómitos, deseando llegar pronto, MUY pronto.
Lo que pasó es que muchos se asustaron al ver olas tan grandes que movían tanto al velero lo que produjo una especie de ataque de pánico en un momento en el que se generó la inflexión entre la alegría enorme de navegar por primera vez y la respuesta que recibimos cuando al ver que las olas eran gigantes en la noche y el barco nos recibía como una licuadora humana, preguntamos: ¿Esto va a ser así todo el viaje?... Si. Y desde ahí no me acuerdo mucho más que de la intensidad de un malestar como pocas veces en la vida sentí.
Guille en paralelo experimentaba momentos de adrenalina y felicidad.  La primera noche se quedó en el exterior del barco, vio el maravilloso plancton, los peces voladores, mil estrellas.           
Hizo lo que había dicho: se tiró al mar, a nadar mientras el velero seguía su curso. Mientras yo estaba abrazada a un balde y era asistida por no me acuerdo quién, escuchaba: “¿no habrá sido delfín en otra vida?” “Mirá lo feliz que se lo ve, está en su hábitat!”  Yo lo imaginaba, tan feliz y pleno. Por suerte alguien filmó esos momentos y confirmé lo que pensaba: el viaje en velero fue para él de las mejores experiencias, dignas de ser repetidas.
La última mitad del viaje la disfrutamos todos, las ”bajas” se dieron lentamente de alta, y pasamos las últimas horas en altamar tratando de gritar: “tierra a la vista” todos juntos (salvo Lali que es un capítulo aparte a la fortaleza bancando un viaje con sospechas de papera, calladita, sin quejarse).

Llegamos a Panamá! Verde, como lo imaginábamos. Intenso por donde se lo mire. Desde Porto Belo tomamos un bondi a Colón, el lugar donde nos esperaban LaMasLinda y el Halcón (nuestro Falcon amigo). Los bondis ya marcaban tendencia a lo centroamérica: puro color y reaggeton al palo.  
Llegamos, pero con dos puntos en contra: 1) el puerto cerraba a las 17hs y los trámites eran muchos y 2) al día siguiente comenzaba carnaval… todo el país se detendría para irse a “carnavalear”, todo, incluso el puerto!
A eso de las 17 hs con Mari seguíamos en el piso de la entrada de un gran complejo portuario, esperando ansiosas alguna novedad de los chicos que se sometían a las malditas burocracias necesarias para volver a tener nuestros móviles. De lejos los vimos y parecía no haber buenas noticias. Aduana ya había cerrado, el pronóstico indicaba una semana sin nuestros autos y nuestras pertenencias esperando a que el pueblo termine su fiesta…
La situación era digna de ver: cada personal de puerto que pasaba se nos acercaba para hablar, algunos como curiosos simplemente, otros para aconsejarnos dónde dormir esa noche. De forma unánime e indiscutible nos dejaron bien claro que Colon era peligroso, que era tierra de nadie, todos andaban cargados. De repente apareció un Chino (que no era Chino sino Japonés) y en un Inglés muy oriental nos preguntó qué hacíamos ahí, luego se mostró preocupado por nuestra situación y se encargo de ayudarnos a resolverla… En un Ingles también bastante achinado sólo prioricé hacerme entender en dos preguntas: “You work here?”, “This is very important for us, the cars are our house!”.
El “Chino”, que apareció fugazmente y no volvimos a ver, resulto ser nada mas y nada menos que el Vicepresidente de la empresa Evergreen, con la que trasportamos a LaMas. A los chicos, por otro lado también los habían comenzado a ayudar los pocos empleados que quedaban en el puerto y así, entre tire y afloje LaMas y el Halcón salieron de los contenedores… pero para pasar a un depósito de aduanas donde deberían pasar la noche hasta tener el último papel necesario para circular libremente. Y como el papel estaría al día siguiente nos fuimos con nuestros autos a dormir con ellos. El sábado después del mediodía estábamos rodando camino a Ciudad de Panamá y luego de apenas 80 km, de apenas 1 hora de viaje, cruzamos del Caribe al Pacífico y llegamos a la capital de nuestro 1° país centroamericano…
El Halcon y LaMas recién saliditos del contenedor!
En el listado de “cosas para hacer” en Panamá ya tildamos uno de los puntos más importantes, el de conocer el famoso canal. Y si de ser flexibles se trata, en eso nos caracterizamos. Nuestro viaje se trata de eso, es lo que elegimos. Asi de noches sin un baño, de malestares en altmar y aventuras como navegantes, de dormir sin si quiera ventilador con muchos grados de temperatura, pasamos a las comodidades de un hotelazo. Es que, una vez más en este corto período de dos meses recibimos visitas, recibimos familia: a la Ina, Jochi y Delfi, reconfortamos el corazón… y eso sí que vale más que cualquier lujo de hotel o lo que sea… pero… no cabe duda de que sabemos adaptarnos.

En Colombia cuando se habla de…


Tinto… se habla de… café.
Vaina… una cosa, cualquier cosa, un asunto, un tema.
Balaca, diadema o cintillo… una vincha para el cabello.
El bacile… el “disfrute”, la broma, la joda.
Arequipe… Dulce de leche.
Panela… un endulzante más natural que la azúcar, menos procesado, más sano y con un sabor muy especial.
 Panelitas… una golosina de panela, pequeña y muy sabrosa.
Romboi… rotondas.
Tacos…embotellamientos.
Paisas… las personas de Medellín y la zona.
Rolos… las personas de Bogotá.
Pastuzos… las personas de Pasto y la zona.
Pan de bono… un pancito como el chipa.
Crispitas… pop corn, pochoclo.
Niñera… los camiones que llevan autos.
La pelada y el pelado… la chica y el chico.
Calles y Carreras… las primeras son las que se orientan de Norte a Sur, mientras que las carreras corren de Este a Oeste.
Calidad… buena onda.
Camellar…laburar.
La expresión “fresco”… quedarse tranquilo.
La expresión “a la orden”… la usan los vendedores hacia los compradores para decir que están a su disposición, también es la respuesta que se da normalmente a un agradecimiento.
La expresión “bienvenido, bien pueda”… es el recibimiento de cualquier comprador ya sea en un local comercial o en la calle.
Perico… puede ser la cocaína pero también en algunas zonas el café con leche y en otras los huevos revueltos con tomate.
Alguien o algo berraco… es alguien o algo fuerte.

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miércoles, 8 de febrero de 2012

Trescientosesenta y muchos más!



Hace trescientos sesenta y tantos días nos despediamos de la ciudad de Rafaela o mejor dicho de aquellos Rafaelinos que íbamos a comenzar a extrañar paso a paso, dia a dia, en el transcurso de tan largo viaje. Hace tantos días, ya un año, emprendíamos al fin algo muy soñado por los dos. 

Hace exactamente un año con todas nuestras cosas subidas a la camioneta (muchas  o pocas cosas según quien lo vea) llegamos a Cordoba, tras 6 horas de viaje… y un primer contacto con lo que nos esperaba: un gran desafío al ejercicio de la paciencia, una apertura al dialogo, una invitación a observar cada detalle, a sentir los momentos de otra forma, con otro tiempo, a avanzar a nuestro propio ritmo… o el de ella… nuestra camioneta: LaMasLinda.

Recorrimos parte de Argentina, Chile, Bolivia, Peru, Ecuador y Colombia. Comenzamos un nuevo año en un nuevo país. Conocimos millones de personas, nos llevamos buenas experiencias, malas experiencias pero lo más importante: grandes amigos.

Hoy, mirando atrás, sin dudas dimos el primer paso (y los primeros 1000 pasos o más) sin saber bien de que se trataba esto, fue un gran desafío, un juego propuesto por nosotros mismos donde las reglas resultaron de una combinación entre nuestros límites como personas, los caminos, la gente, la vida misma… el avanzar y querer más…. Y así el camino nos abrió los ojos, vimos lo que estábamos haciendo, nos propusimos nuevos desafíos. Así seguimos hoy en día y, aunque el viaje cambia a cada rato, nuestro objetivo no…
Ahora nos encontramos contra un gran desafío a vencer. El gran desafío del cual sí teníamos conocimiento al partir de casa: ¿cómo pasamos a Panamá?.
Para decidir este asuntillo nos instalamos en Bocagrande, un barrio playero de Cartagena en el que recibimos la visita de mamá Ceci colmada de regalos y sorpresas, muchas comidas caseras, largas charlas y caminatas por la Ciudad Amurallada y Getsemaní, paseos en bicicleta y una visita a Playa Blanca e Isla del Rosario, mas comidas caseras y muchos momentos hermosos que empezamos a extrañar desde el mismo día que regresó a Argentina. También recibimos a Noe y Hernu, con mas regalos y sorpresas! y con los que compartimos noches de juegos, paseos y mucha playa. Fue una seguidilla de visitas que nos hicieron extrañar muchísimo a todos, pero muchísimo. 
Volviendo al cruce del Canal y para los que no tienen idea del asunto esto es así… Entre Panamá y Colombia no existen rutas, carreteras, caminitos que posibiliten el paso terrestre entre ambos países. ¿Cómo pasamos entonces?! Todo un tema y muchos ahorros juntados con paciencia en el viaje. “La más linda” se va por un lado y nosotros por otro. Créannos: nos duele como si fuese el primer permiso que le damos a un hijo para que salga de viaje solo! 

Las opciones para ella eran dos: via ro-ro (un sistema por el cual ella pasaría sin un contenedor, en un barco, lo cual traia sus riesgos sobre todo de que fuera robada. La otra opción, la más cara pero más segura también: meterla en un contenedor y pasarla. Un dato para economizar el paso en contenedor: compartirlo. Y ahí fue cuando apareció él: el Falcon de Samuel y Mariela. Ahora intimo de LaMasLinda se iran juntos varios días hasta llegar al otro país…

Nosotros? El cuento no es fácil y  aun no sabemos cual será la forma en la que pasaremos. Las opciones son varias, los costos también varian pero… nada es muy económico que digamos. 

Por ahora tenemos en vista tres opciones:

* Avion: se dice que para pasar a Panamá es necesario sacar sí o sí pasaje ida y vuelta. Pero, dicen algunas lenguas que es posible sacar SOLO ida en caso de presentar los papeles del paso del automóvil hacia Panamá. De todos modos es un dato aun no confirmado. 
* Velero: un hermoso paseo por las islas entre ambos países llegando a destino luego de 5 días, por un módico costo de entre UDS300 y USD 500. Nosotros preferimos evitar lo de paseo y jugarnos a encontrar la opción que suelen hacer los viajeros, si todo sale bien y con viento a  favor, algunos veleros a la hora de salir viendo que les sobra uno, dos, tres lugarcitos dejan subir por un costo menor a quienes se aguardan allí esperando a la buena suerte. En otros casos suben algunas personas como para que ayuden en tareas a bordo cobrándoles mas barato el pasaje (pero con la desventaja de que el paseo deja de ser paseo, se vuelve trabajo y hay quienes dicen que no cualquier cuerpo esta preparado para trabajar navegando 5 dias, los mareos y etc, nunca faltan!)
* La gran travesía por Turbo: de esto escuchamos mucho… lo más interesante es que es la opción más económica, pero siendo que no es taaaan económica por todo el vuelterío que hay que dar tampoco es super atractiva. Los pasos a seguir son:
1- Primer día: Cartagena- Turbo. En bus.
2- Segundo día: Turbo- Capurgana. En "panga" (lancha)
3- Hospedarse en Capurgana.
4- Tercer día: Capurgana- Puerto Obaldía. En "panga" (lancha).
5- Tercer día: Puerto Obaldía- Tubuala. En "panga".
6- Tercer día: Tubuala- Ciudad de Panamá. En avioneta.

Todo este lindo recorrido por un total aproximado de 200/200ypico dolares... En fin, lo más barato pero no "tan directo". Una linda aventura, sin dudas, saltando de isla caribeña en isla caribeña! 

             

Y mientras decidimos qué opción tomaremos para cruzar el charco que nos separa, llevamos a LaMasLinda al puerto para que finalmente sea transportada, no sin antes dejarle un recuerdito de "su papá", un rayoncito, un choquecín, una abolladita... pero no contra cualquier cosa o cualquier otro auto... nada más y nada menos que contra nuestro amigo el Falcon! En fin, allá va, allá esperamos encontrarla... trescientos sesenta y tantas aventuras en el camino nos hacen quererla más de lo que ya la queriamos al salir!